sábado, agosto 30, 2008

una línea

Hoy llevó el caballete al campo. De pié sobre la loma mira adelante y piensa. De pronto hay demasiada gente en ese pueblo. Su casa queda lejos pero no es lo suficientemente lejos. Piensa que con esa amargura adentro mejor se queda ahí pintando. Hace una línea despacio. No porque no tenga bronca, no porque no quiera rasgar la tela, hundirla con violencia. Lo hace lento porque es su forma de salirse de lo cotidiano. Una línea con el pincel, con color. La tela no es la misma. Él tampoco. Mira adelante. Sonríe. La pequeña farsa que es su ciudad se vuelve tibia, rosa, ridícula.